COCINA LTERARIA
La amistad con Fabián (uno de mis mejores amigos) sigue aun en pie, a pesar de que ya hace años, hemos dejado de vernos, él se retiro de la universidad por motivos que nunca comprendí y yo fiel al castigo me dedique a terminar los cursos que debía y que finalice recién el año pasado.
Aun recuerdo esas caminatas que hacíamos sin mucho apuro, por San marcos, la católica y calles de Magdalena del Mar, siempre con ese caminar pausado, muchas veces llevando dentro de sus bolsillos algo que contar con avasallador entusiasmo, juntando sus dos pasiones la música y las letras, Fabián esta dotado de un cerebro muy bien amueblado, aunque él muchas veces con ese karma autodestructivo característico, se denomina loco de remate.
Fabián estudia gastronomía en un prestigioso instituto, el ya no habla de Góngora, ni de Ribeyro, ahora el habla de Sushi, de las nuevas recetas de un plato suculento y exótico, que pronto presentará en su clase y que seguramente lo convertirá en un vanguardista de la gastronomía peruana, atrás quedo el entusiasta Fabián, él que me hablaba de literatura y que se perfilaba como un escritor de pluma ingeniosa y traviesa.
Esta noche sentado en una cabina de Internet lo encuentro por casualidad, me saluda con amabilidad , me cuenta sus ultimas aventuras culinarias , extrañamente no responde por un momento a mis preguntas insistentes y muchas veces creo yo incisivas , por algún misterioso motivo, el deja de lado la diatriba gastronomica y , me habla de Bolaño , también me habla de un nuevo blog en él que escribe crónicas, esta vez acompañado de algunos colaboradores que también escriben y que tienen ese sueño de ser leídos y admirados como él, algunos de ellos conocidos , otros por conocer.
Leo con atención algunas crónicas que ha escrito, el ahora chef-literato, no ha cambiado mucho en realidad, aún sigue llevando esa melena gigante de rockero de los noventa, y también sigue siendo el perfeccionista psicópata escritural que conocí antaño, ya en camino a casa sentado en mi combi, observando a lo lejos la imponente cruz de aquel cerro con nombre de santo, imagino a Fabián en su cocina, calculando la porción de un ingrediente o tal vez haciéndose esas preguntas físicas y existenciales propias de un gourmet (¿Cuánto medirá una pizca? ¿Cómo medir el tiempo para evitar que algún manjar se derrumbe o se seque? )
Es posible acaso, me pregunto yo, que cocinar produzca mas angustia y frustración que escribir, no lo se en verdad, será mas complicado acaso aventurarse a calcular las profundidades de un horno, o tal vez descifrar los distintos e infinitos sabores posibles de una salsa y las fragilidades de un soufflé, en fin las peripecias de un hombre común frente a la cocina, un hombre convertido en gourmet guiado por la consigna de descifrar ese innumerable universo de recetas, tal ves buscando el mismo objetivo que busca con su prosa y que yo resumo en dos palabras “trasmitir algo”,por hoy me despido de usted mi amigo Fabián Sabina bon apetit…
Aun recuerdo esas caminatas que hacíamos sin mucho apuro, por San marcos, la católica y calles de Magdalena del Mar, siempre con ese caminar pausado, muchas veces llevando dentro de sus bolsillos algo que contar con avasallador entusiasmo, juntando sus dos pasiones la música y las letras, Fabián esta dotado de un cerebro muy bien amueblado, aunque él muchas veces con ese karma autodestructivo característico, se denomina loco de remate.
Fabián estudia gastronomía en un prestigioso instituto, el ya no habla de Góngora, ni de Ribeyro, ahora el habla de Sushi, de las nuevas recetas de un plato suculento y exótico, que pronto presentará en su clase y que seguramente lo convertirá en un vanguardista de la gastronomía peruana, atrás quedo el entusiasta Fabián, él que me hablaba de literatura y que se perfilaba como un escritor de pluma ingeniosa y traviesa.
Esta noche sentado en una cabina de Internet lo encuentro por casualidad, me saluda con amabilidad , me cuenta sus ultimas aventuras culinarias , extrañamente no responde por un momento a mis preguntas insistentes y muchas veces creo yo incisivas , por algún misterioso motivo, el deja de lado la diatriba gastronomica y , me habla de Bolaño , también me habla de un nuevo blog en él que escribe crónicas, esta vez acompañado de algunos colaboradores que también escriben y que tienen ese sueño de ser leídos y admirados como él, algunos de ellos conocidos , otros por conocer.
Leo con atención algunas crónicas que ha escrito, el ahora chef-literato, no ha cambiado mucho en realidad, aún sigue llevando esa melena gigante de rockero de los noventa, y también sigue siendo el perfeccionista psicópata escritural que conocí antaño, ya en camino a casa sentado en mi combi, observando a lo lejos la imponente cruz de aquel cerro con nombre de santo, imagino a Fabián en su cocina, calculando la porción de un ingrediente o tal vez haciéndose esas preguntas físicas y existenciales propias de un gourmet (¿Cuánto medirá una pizca? ¿Cómo medir el tiempo para evitar que algún manjar se derrumbe o se seque? )
Es posible acaso, me pregunto yo, que cocinar produzca mas angustia y frustración que escribir, no lo se en verdad, será mas complicado acaso aventurarse a calcular las profundidades de un horno, o tal vez descifrar los distintos e infinitos sabores posibles de una salsa y las fragilidades de un soufflé, en fin las peripecias de un hombre común frente a la cocina, un hombre convertido en gourmet guiado por la consigna de descifrar ese innumerable universo de recetas, tal ves buscando el mismo objetivo que busca con su prosa y que yo resumo en dos palabras “trasmitir algo”,por hoy me despido de usted mi amigo Fabián Sabina bon apetit…
Comentarios
Pero bueno, no quería escribir de mí, sino de tu blog y de ese ánimo por escribir que tienes y que a veces me parece que quieres abandonar por aguna razón u otra. Y veo que te orientas a otra cosa y vuelves. Está interesante tu blog de 'Pulga sanmarquina', veo algunos de los textos que ya me enviaste antes o que alguna vez conversamos en aquellas caminatas maratónicas que hacíamos en esos tiempo y en las cuales, Lima terminaba siendo un anexo de San Marcos. Y cada calle se parecía a una facultad, de lo sanmarquina que era aquella conversa.
Y bueno, si terminé esa novela de la que te hablé, fue gracias a esas caminatas, a las flores carnívoras y a los libros de la iglesia que como exégetas maniáticos alguna vez comentamos, eso lo sabes bien.